NIÑOS Y ADOLESCENTESQué hago cuando: no para de comer
Algunos padres ven como sus hijos e hijas comen de manera casi insaciable. Si esto ocurre de manera mantenida durante un período de tiempo más o menos prolongado, lo más probable es que terminen con exceso de peso e incluso con obesidad. Ante este problema la simple repetición de frases del tipo 'no comas tanto' no suele dar ningún resultado. |
Cuatro son las causas más frecuentes de ingesta compulsiva.
- La ansiedad.
Es decir, el estado de tensión en el que se instalan las personas debido a la presencia, real o imaginaria, de un peligro presente o futuro.
La ansiedad se calma, de manera puntual y pasajera pero eficaz, comiendo. Es por tanto urgente que indagues qué pueden estar temiendo tus hijos. Para ello, tendrás que detenerte en sus estudios, la relación con sus iguales, con sus hermanos, etc.
- El miedo a hacerse mayores. Un tema que afecta especialmente a niños
a partir de los 12 ó 13 y de niñas a partir de los 11 años. Si deseas más información
sobre este tema puedes consultar en esta misma sección el texto "Preadolescentes
y obesidad. Miedo a ser mayor" que se incluye también en "Dificultades
de cada día".
- La insatisfacción.
Comer es un placer, lo que hace que muchas personas, también los niños, exageren este placer como forma de compensar insatisfacciones en otros aspectos de la vida. Debemos pues hacer pesquisas en los mismos aspectos que en el caso de la ansiedad.
- El observar la misma conducta en los adultos.
En este caso es fácil saber qué debemos hacer para que no aprendan este comportamiento. Dar ejemplo.
Mientras que se avanza en estas cuestiones de fondo algo hay que hacer.
La ingesta excesiva de los hijos más pequeños es relativamente fácil de controlar, ya que de vosotros depende qué comen, cuánto, en qué orden, etc. Con los más mayores es una tarea más difícil ya que son más autónomos y menos controlables.
No debemos ridiculizarles por su comportamiento, ni tampoco castigarles. Con
ello únicamente conseguiríamos aumentar su ansiedad y su insatisfacción. Más
prudente es señalarles lo perjudicial de su forma de comer, expresarles de manera
no verbal -con gestos y con un apropiado tono de voz-, apoyo incondicional, prepararles
comidas saciantes pero no muy calóricas, y aplaudir cada comida relajada y no
excesiva que observemos.
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