CUANDO EL PROBLEMA ESTÁ EN LOS PADRESPadres obsesionados por el peso
Médicos y psicólogos, especializados en temas de alimentación, estamos
acostumbrados a ver multitud de padres y madres auténticamente obsesionados por
el peso y la alimentación de sus hijos. Se trata de personas continuamente vigilantes
de lo que comen o dejan de comer sus retoños, angustiados por el exceso de peso,
o por la falta de un peso suficiente en sus hijos, angustiados ante la idea de
que puedan estar mal alimentados. |
En definitiva, preocupados tanto por la salud de sus pequeños como por la posibilidad de no estar haciendo bien su papel de padres. Si te sientes identificado con alguna de estas situaciones, te puede servir de ayuda conocer las causas que pueden provocar esta conducta:
- Miedo no consciente a repetir con tus hijos la desatención de que fuiste víctima por parte de tus padres, y no sólo en cuanto a la alimentación se refiere.
- Miedo a ver reproducido en tus vástagos el sufrimiento y la marginación que pasaste de niño por culpa de tu obesidad.
- Miedo a la anorexia nerviosa y/o a la obesidad sobre la que advierten los medios de comunicación.
- Miedo a ceder al deseo interno de "hacer la propia vida" y no dedicarte tanto a tus hijos.
- Miedo a que tus hijos vayan creciendo y dejar de ser imprescindible como madre o padre.
Sí, miedo es la palabra clave en toda obsesión. Un miedo mal canalizado.
Un miedo no resuelto. Un miedo que se amortigua, sólo de manera pasajera, demostrándose
a si mismo que se está muy pendiente de esa necesidad básica pero no única que
tienen los hijos, la alimentación.
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Esta obsesión os puede llevar a mantener a vuestros
hijos a dieta estricta desde pequeños |
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Esta obsesión os puede llevar a mantener a vuestros hijos a dieta estricta desde pequeños, a ser muy rígidos en lo que a alimentación se refiere. Lamentablemente muchos de estos hijos, cuando llegan a la adolescencia, a modo de rebeldía, como forma de ir ensañando su propia forma de ser, como símbolo de su autonomía, adoptan formas de alimentación justo contrarias a las que sus obsesivos padres han pretendido inculcarles. El sentimiento de fracaso paterno está servido.
Nada que objetar a la trasmisión de buenas costumbres alimenticias, pero el
obsesionarse con ellas nunca acaba bien. Si la obsesión por el peso es
evidente e intensa es conveniente dar paso al profesional de la psicología para
alivio inmediato de los padres y prevención de la respuesta negativa de los hijos.
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