CUANDO EL PROBLEMA ESTÁ EN LOS PADRESPadres sobreprotectores
Pocas cosas hay más difíciles que educar a un hijo o a una hija. Tan difícil es que no resulta arriesgado decir que por mucho interés que pongamos en esta tarea, y por muy preparados que estemos, siempre lo hacemos menos bien de lo que sería deseable. Así las cosas no es raro que nos asalten las dudas, la angustia, y algunos sentimientos de culpa de no estar dando a nuestros pequeños todo lo que necesitan. Ternura, tiempo, atención, preparación, protección, juegos... Siempre nos queda la sensación de que algo no se lo damos en cantidad suficiente. |
|
 |
|
|
Muchos padres, quizás más hacen las madres, y todavía más las abuelas cuando
son ellas las encargada de cuidar a los pequeños, tienen la tentación, más o menos
inconsciente, de darles a los hijos un plus de alimentación para calmar su propia
angustia ante la desprotección y desatención subjetiva en la que creen que están
sus hijos. Sencillamente se da algo en exceso para compensar la escasez con la
que supuestamente los hijos reciben protección u otras actitudes de nuestra parte.
Otras veces se les "compensa" dejando que ellos elijan el menú, o concediéndoles
con demasiada frecuencia el gusto por comer en lugares de comida rápida.
 |
Si les dais más alimentos de los necesarios
os encontraréis con unos kilos de más |
 |
Si les dais más alimentos de los necesarios, o si éstos son excesivamente
calóricos, antes o después os encontraréis con unos kilos
de más que en los casos más graves contribuirán a que vuestro
hijo o hija presente una auténtica obesidad.
Si a esto se le añade la experiencia paterno-materna de haber sido atendidos
por los propios padres sólo en términos materiales y no tanto en aspectos afectivos,
tendremos progenitores que hiperalimentan a sus hijos como forma fundamental de
expresarles su amor y su cuidado y de calmar sus sentimientos, casi siempre injustificados,
de no estar haciéndolo suficientemente bien.
Lamentablemente siempre es más difícil detectar esta forma de proceder en uno
mismo que en los demás.
Ante esta hiperalimentación por vuestra parte, vuestros hijos pueden reaccionar
de dos formas distintas:
- Dar satisfacción a los mayores admitiendo el exceso de comida
y acostumbrándose a él.
- Resistirse y rechazar parte del alimento, con lo cuál os
angustiaréis e insistiréis, lo cual llevará a más rechazo por parte del pequeño.
El círculo vicioso está servido. En los casos más extremos os encontraréis con
auténticas luchas llenas de angustia entre padres e hijos.
La opinión del pediatra sobre el estado de salud y las necesidades alimenticias
del pequeño suele ser suficiente para romper estas estériles luchas. En los casos
más graves puede ser además necesaria la intervención del psicólogo.
|